Estos días, he tenido la oportunidad de conocer a una de esas mujeres a las que la vida hace más fuerte, desgraciadamente, de forma cruel. Esta mujer, lejos de ocultar su nombre o mostrar su rostro maltratado, decidió salir de la invisibilidad dando un paso de gigante: no sería víctima nunca más, sería superviviente. Su mensaje en positivo alcanza otra dimensión en una sociedad que tiende a girar su rostro ante lo que no le gusta, pero va aún más allá: transmite optimismo a aquellas mujeres que están siendo maltratadas y no se atreven a denunciar porque lo que ven en los medios son víctimas en su desenlace más trágico, no supervivientes.