Hoy os traigo lo mejor y lo peor de Biocultura 2016 en Madrid. Hallazgos interesantes y adquisiciones para tomar nota en belleza y alimentación, pero también un error de bulto que no puedo dejar pasar. Todo en este post.
Hallazgo número 1
Voy al grano y comienzo por el que ha sido mi descubrimiento de este año: la crema facial ecológica para pieles exigentes de La Casa de la Media Luna. Con aceite virgen de granada, Coenzima Q10 y aceite de argán. Gracias a su efecto antioxidante combate los efectos del envejecimiento prematuro de la piel . Y os preguntaréis, ¿funciona? La verdad, un poco pronto para decirlo, pero lo que sí os aseguro es que hacía tiempo que no encontraba una crema facial con una textura y un aroma tan agradables. Muy recomendable y por menos de 30 euros. Para las que seáis adictas al sérum Midnight Recovery Concentrate de Kiehl’s os diré que esta podría ser su versión en crema.
Hallazgo número 2
Con el número dos os traigo un descubrimiento para los amantes del picante y que, en realidad, ya adquirí el año pasado, pero creo que merece la pena traerlo hoy aquí. Se trata de los espaguetis de Castagno Bio, también ecológicos y elaborados con cayena. El año pasado pregunté si de verdad picaban y os aseguró que sí, que pican y bien. Yo adoro el picante así es que este año he vuelto a comprar y he añadido a mi cesta un nuevo sabor: albahaca.
Curiosidades
En el apartado de curiosidades os traigo un palito especial de madera para limpiar los oídos que me ha llamado la atención, pero no tanto como para comprarlo, la verdad, y un champú sólido de Lamazuna para el cabello graso con un agradable aroma a limón. Sólo hay que frotarlo con el pelo humedecido, masajear y aclarar. Mi cabello no es graso, pero sí el de la amiga que me acompañaba, así que ella lo ha adquirido y ya lo ha probado. ¿El resultado? Un cabello más suelto y limpio que prolonga el tiempo hasta el siguiente lavado.
El error imperdonable
Me encanta lo eco, pero hay algo que no puedo pasar por alto. En uno de los puestos de Biocultura, no voy a ser tan perversa como para decir cuál, se servían zumos naturales y deliciosos al gusto de cada uno. Hasta ahí todo perfecto y acorde. Eso sí, la persona encargada de hacerlos llevaba unos guantes de plástico con los que lo mismo cogía los trozos de fruta ya cortados y los metía en la licuadora que cogía billetes y monedas para cobrar. Sin palabras.
13 diciembre, 2016 en 8:12 am
Gracias, Raquel, esa crema me la he pedido para Navidades, ya te contaré. Besitos
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14 diciembre, 2016 en 9:34 am
Ha sido mi gran descubrimiento de este año. Si te has portado bien, seguro que los reyes te la traen
Ya nos contarás. Besos
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